Jack Kerouac (New York, 1953 Photograp: Allen Ginsberg/Corbis) |
And that was the night Dean met Carlo Marx. A tremendous thing happened when Dean met Carlo Marx. Two keen minds that they are, they took to each other at the drop of a hat. Two piercing eyes glancing into two piercing eyes — the holy con-man with the shining mind, and the sorrowful poetic con-man with the dark mind that is Carlo Marx. From that moment on I saw very little of Dean, and I was a little sorry too. Their energies met head-on, I was a lout compared, I couldn’t keep up with them. […] They rushed down the street together, digging everything in the early way they had, which later became so much sadder and perceptive and blank. But then they danced down the street like dingledodies, and I shambled after as I’ve been doing all my life after people who interest me, because the only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn like fabulous yellow roman candles exploding like spiders across the stars and in the middle you see the blue centerlight pop and everybody goes ‘Awww!’ (p.7)
Fuente: KEROUAC, Jack. On the Road. London, England: Penguin Group, 2000 - 1957.
Traducción:
Esa fue la noche en la que Dean conoció a Carlo Marx. Algo tremendo
sucedió cuando Dean conoció a Carlo Marx. Dos mentes entusiastas como las suyas,
se gustaron enseguida. Dos ojos penetrantes mirando a dos ojos penetrantes; el santo timador de mente brillante y ese timador poético y apesumbrado de mente
oscura que es Carlo Marx. Desde ese momento, a penas vi a Dean y la verdad es que me apenaba
un poco. Sus energías chocaron de frente, yo era un simple patán comparado con
ellos, no podía mantener su ritmo. […] Juntos andaban apresurados por las calles, examinando todo como lo hacían al principio, lo que después se volvió en algo mucho más triste y perceptivo y vanal. Pero, en aquel entonces, bailaban por
las calles como energúmenos y yo les seguía arrastrando los pies como lo llevo
haciendo toda mi vida, siguiendo a los que me interesan, porque los únicos que
me interesan son los que están locos, aquellos que están locos por vivir, locos
por hablar, locos por ser salvados, deseosos de todo al mismo tiempo, aquellos
que nunca bostezan o dicen algo corriente, pero que arden, arden, arden como esos fuegos artificiales maravillosos de
color amarillo que parecen arañas entre las estrellas y ves ese punto de
luz azul estallar en el centro y todo el mundo se queda «Ohhh!».